Para los nahuas, los conejos representaban a los
pequeños y poderosos dioses del pulque, el vino del maguey: El espíritu del vino.
Pero no solo eso, sino también a las pasiones humanas,
que pueden destruir o hacer crecer. Los conejos son el elan vital, la libido de Freud,
la pulsión de vida… que puede llevarte a
la muerte. Para los griegos, Dyonisos es el dios del caos, el frenesí, el vino y sus efectos.
El “irracional” Dionisos es la
contraparte necesaria del “razonable” Apolo.
Para todas las culturas, las fiestas de fin de
año son un momento de derrochar lo trabajado en todo el ciclo.
La fiesta y el trabajo se equilibran.
Se regresa a la tierra lo que la tierra nos dio.
Es por eso que nahuas y griegos y todas las culturas,
después de la cosecha celebraban cometiendo todo tipo de excesos.
El fin del año, en diversas culturas, ha
sido elegido como el momento del nacimiento de Dios (Huitzilopochtli, Dyonisos, Jesucristo).
Hemos hecho un encuentro libérrimo entre
los mitos nahuas con los griegos. Los mitos del maguey unidos a los mitos dionisiacos.
El punto de encuentro: la muerte como perpetuo
renacer. Hemos buscado articular.
No se trata de antropología, ni de rescate
folklórico. Ese no es nuestro trabajo.
Ha sido jugar con el teatro a descubrir en nosotros
mismos nuestra propia manera de cerrar ciclos y abrir otros nuevos.
Este es el resultado del trabajo unido de
muchas personas. Es el resultado del trabajo de manos jóvenes que han encontrado en el teatro el vehículo para transformar
el grito en palabra: La Palabra que funda, la Palabra que da sentido, la Palabra que es común.
Jóvenes mexicanos y jóvenes franceses que
unieron esfuerzos para hablar de la vida y la muerte como lo mismo.
Por cierto: ¿Cómo se dice “dios”
en náhuatl? TEO ¿Y en griego? TEO, también.
Guillermo León
Este espectáculo fue creado ex profeso para ser estrenado en el Primer
Encuentro Tequio México Francia, en la Sala La Rotonde, de Lyon Francia, en noviembre de 2003